viernes, 6 de julio de 2012


Cuando llega la noche y son las doce... Pienso en él irremediablemente. Es la cura simple a mi desasosiego, pero lo tengo lejos y solo eso me pesa. Llega a mi mente la idea de la letal distancia y me duele el alma pensar en medidas: 110 cuadras, 45 minutos en bus; uno, dos, tres, el número de besos que adeudas desde este momento.

Inevitable locura pensar en que vendrás tan pronto mi corazón grite tu nombre esperando el remedio de una súplica simple, como si fuera tan fácil hacer que aparecieras. Pero luego recuerdo que así es el amor a veces: pensar en carencias y suplencias, y sentirse tonto por tenerte de momento y olvidar por un instante que te tengo más presente que a nadie así físicamente no te vea.

Es esa necedad imperiosa de sentirte a mi lado. Increíble tanto amor desperdiciado de momento y tu no estás.

Espero compartir estas líneas contigo...

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